“-Nikita: “Tambièn nos parecemos al
Creador, que duerme con un ojo abierto…
y el fusil al hombre. Al menor asomo de
rebelión: pin, pan, pun!
-Orlof: El partido ha hecho tambièn las
cosas que no tiene necesidad de mantener
abierto ninguno de los dos ojos… Me
extraña sobremanera que el camarada Nikita,
comunista de pies a cabeza, plantee la
posibilidad de una rebelión armada.”
Los siervos. – Virgilio Piñera.
El escritor austríaco Jean Amèry, sobreviviente
del Holocausto, escribió sobre los horrores a que fueron sometidos los judíos
en el campamento de Auschwitz, donde èl fue torturado; una de las torturas era
ser suspendido desde el techo y dejado así por un tiempo. Esta tortura es parecida a una de las
tantas que los excarcelados de la actual dictadura en Nicaragua denuncian haber
sufrido. Jean afirmaba que aún si se sobreviviera a las torturas ellas no
cesarían; èl se suicida en 1978. En uno de sus libros anota:
"Del techo abovedado cuelga una cadena
enrollada y en su extremo tiene un grueso garfio que llegaba al grillo que
mantenía mis manos atadas a la espalda. Uno era levantado hasta un metro de
distancia y, en estas condiciones, con un poco de fuerza muscular, podía
mantener una posición oblicua. Algunos minutos más tarde, cuando se te agota la
fuerza, cuando el sudor comienza a aparecer en la frente y los labios y
respiras con dificultad, ya no estás en condiciones de responder a ninguna
pregunta: ¿direcciones? ¿cómplices? ¿lugares de encuentro? Apenas si puedes
escuchar lo que te dicen… Torturar, del latín “torquere”, torcer. Una
etimología de lo más instructiva."
Sobre
las secuelas de las torturas el escritor Antonio Muñoz Molina, en su libro
Sefarad, relata sobre Jean Amèry:
" Dice que en el momento que uno empieza
a ser torturado se romperá siempre su pacto con los demás hombres, y aunque
se salve y quede libre y siga viviendo muchos años la tortura nunca
cesará, y ya no podrá mirar a los ojos a nadie, ni confiar en nadie, ni dejar
de preguntarse, delante de un desconocido, si es o ha sido un torturador, si le costaría mucho serlo, y si una vecina anciana y educada le dice buenos días
al cruzárselo por la escalera piensa que esa misma anciana amable pudo
haber denunciado a la Gestapo a su vecino judío, o mirado hacia otra parte
cuando a su vecino lo arrastraban escaleras abajo, o gritando Heil Hitler hasta
enroquecer al paso de los soldados alemanes."
Los pueblos que han sufrido
bajo totalitarismos tales como el nazismo y el stalinismo, aún guardan
terribles secretos de esos años. Esos règimenes lograron calar tanto, aterrorizar tanto a sus
pueblos, censurando cualquier crítica, imponiendo así un prolongado y a veces
aparente silencio, hasta que la generación que sufrió esos infiernos va desapareciendo
mientras en el futuro se avizora una nueva generación que alzará su voz; y entonces salen a luz pública las obras de escritores que tetimonian el sufrimiento vivido. Esto es lo que sucedió con la extinta Unión Soviètica y el
resto de países que siguieron sus pasos.
Sobre los millones de víctimas del stalinismo, sólo empecè a saber en
toda su cruel dimensión despuès de haber vivido en 1984-5 en Moscú. Recuerdo que antes de viajar a Rusia, a
inicios de los 80’s leía en la revista Sputnik que llegaba a Nicaragua, con idiota admiración la
propaganda comunista que pintaba el paraíso soviètico; un paraíso que
contrastaba con la realidad narrada en obras como "Gulag" del autor Solzhenitsyn (que yo desconocía
entonces), sobre los campamentos de trabajos forzados, campamentos bendecidos hasta por el mismo escritor
Máximo Gorki. Sobre este hecho de imponer silencio a las víctimas, en espera de
que el cansancio y la rutina despuès de un tiempo fabrique una aparente
normalidad, yo anotaba en mi escrito Atando cabos sueltos entre totalitarismos: "De
tal forma que la Impunidad fue siempre un refugio y un estímulo para viejos y
nuevos políticos corruptos del sandinismo y aliados de otros partidos. Aquella
impunidad de los años 80's y 90's fue un
caldo para los crímenes de la actual dictadura orteguista en el poder." https://ottoaguilar.blogspot.com/2019/01/atando-cabos-sueltos-entre-socialismos.html
El nuevo zar Putín, figura en ciertos períodos en
encuestas dentro de Rusia con cierta popularidad, ya no se diga el resurgimiento
de la popularidad de Stalin; algo similar sucede con el resurgimiento de
neonazis y lo peor, hasta neonazis homosexuales en Alemania. Para muchos rusos es incómodo
hablar de esos terribles días, lo cual prefieren evitar, para muchos Stalin fue
el líder que derrotó al fascismo. La
desclasificación de documentos como los archivos de la KGB, despuès de que cae
el comunismo en la Unión soviètica en 1990, mostró otra cruel realidad que ya era denunciada
en tiempos de Stalin. Esta arriesgada forma de denuncia anónima, llamada Samizdat, circulaba como escritos copiados a
manos, de autores que habían sobrevivido a los terribles campamentos de trabajos forzados. En ese período
muchos intelectuales de otros países, solidarios con la revolución bolchevique, cerraban
filas defendièndola a ciegas; entre esos escritores estaba el escritor francès Andrè
Gide, el cual despuès quizás de su primer viaje a Unión soviètica,
se desengañó. Luego denunció en su libro el verdadero rostro represivo de los Soviets.
Similar situación es la de muchos que a diferencia de Andrè Gide, actualmente siguen
creyendo ciegamente en el Sandinismo que devino en Orteguismo en la actual
dictadura en Nicaragua.
Antes
del estallido de las protestas cívicas en Nicaragua en Abril de 2018, estando en Nicaragua le
comentaba a un amigo de que Putin era un corrupto y dictador igual a Daniel Ortega; la
reacción del amigo fue la de siempre: negarlo y defender a ambos, para evitar
terminar ofendièndonos, peor aún quizás terminar con la amistad, volteamos la página. Con este amigo estuve en 1982-3 en el mismo batallón de reserva, enfrentando en las montañas del norte del país a la
contrarrevolución financiada por Ronal Reagan, igualmente estuvimos estudiando en
la extinta Unión Soviètica. Mi amigo
logró graduarse despuès de siete años, estudiando en ese período en que el
Glasnost comenzaba a derretir el frío y cruel comunismo soviètico. En cambio mi deportación de la extinta Unión
Soviètica en 1985, (lo cual narro en:
https://ottoaguilar.blogspot.com/2012/08/el-fantasma-de-la-estacion-del-tren.html cortó
de tajo mi carrera de pintor. Al regresar a Nicaragua en esos años viví algo que mi
amigo no vivió por estar en la ex Unión Soviètica: la metamorfosis o el
desenmascaramiento revolucionario Sandinista, la corrupción del Sandinismo devenido
en Orteguismo que culmina con la pèrdida del gobierno en elecciones en 1990, (el mismo año en que desaparecía la Unión soviètica) y, para
cerrar con broche de oro, con la Piñata (saqueo al erario).
En el año 2011 tuve la oportunidad de viajar a Rusia, 26 años despuès de
mi deportación de la extinta Unión Soviètica, ya Rusia era otro país.
Recorrí los viejos lugares de Moscú, los cuales pensaba nunca más volvería ver; allí estaban de nuevo ante mis ojos la Plaza Roja donde aún dormita la
momia de Lenin, al cual seguramente desde el
monumento de granito de Marx ubicado cerca del teatro Bolshoi, le llega el murmullo de “Proletarios del mundo, uníos.”
Otto Aguilar
Berkeley - 3 de Junio de 2019
Fotos: Izquierda: Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja
Derecha: Monumento a Carlos Marx. - Fotos de 2011
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