Monday, January 19, 2009

Edgar Allan Poe, 200 years later.


En el prólogo del libro de cuentos de intriga y terror de Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire anota lo siguiente:" Lo digo sin avergonzarme, porque siento que esto nace de un profundo sentimiento de lástima y ternura: Edgar Poe, borracho, pobre, perseguido, paria, me agrada más que tranquilos y virtuosos, un Goethe, o un W. Scott. Gustosamente diría de èl y de una clase especial de hombres, lo que el catecismo dice de nuestro dios: "sufrió mucho por nosotros".
Poe fue un excelente dibujante, curiosamente además de su genialidad como escritor, tenía en común èsta virtud, y la adicción al alcohol con el poeta nicaraguense Carlos Martínez Rivas, quien tenía un gato llamado Poe.
Tambièn ambos poetas llenaron sus paredes de dibujos, muchos condiscípulos de Poe recuerdan haber visto dibujos en las paredes del cuarto de Poe, y algunos de ellos se preguntaban si èl llegaría ser artista o un poeta. Uno de los estudiantes recuerda, encontrar a Poe en el proceso de copiar una estampa de los poemas de Byron, en el cielo de su techo. Que tipo de pistas a la imaginación de Poe, podríamos tal vez encontrar si pudieramos quitar la pintura blanca que cubre las paredes de su cuarto para revelar los trazos de su arte!.link http://www.literarytraveler.com/issue/edgar_allan_poe_author.aspx


Edgar Allan Poe
De Wikipedia, la enciclopedia libre

Edgar Allan Poe (Boston, 19 de enero de 1809 - Baltimore, 7 de octubre de 1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense, generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia-ficción.[1] Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él consecuencias desastrosas.[2]
Fue bautizado como Edgar Poe en Boston, Massachusetts, y sus padres murieron cuando era niño. Fue recogido por un matrimonio adinerado de Richmond, Virginia, Frances y John Allan, aunque nunca fue adoptado oficialmente. Pasó un curso académico en la Universidad de Virginia y posteriormente se enroló, también por breve tiempo, en el ejército. Sus relaciones con los Allan se rompieron en esa época, debido a las continuas desavenencias con su padrastro, quien a menudo desoyó sus peticiones de ayuda y acabó desheredándolo. Su carrera literaria se inició con un libro de poemas, Tamerlane and Other Poems (1827).
Por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos de la época; llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo cáustico y elegante. Debido a su trabajo, vivió en varias ciudades: Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En Baltimore, en 1835, contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, que contaba a la sazón 13 años de edad. En enero de 1845, publicó un poema que le haría célebre: "El cuervo". Su mujer murió de tuberculosis dos años más tarde. El gran sueño del escritor, editar su propio periódico (que iba a llamarse The Stylus), nunca se cumplió.[3]
Murió el 7 de octubre de 1849, en la ciudad de Baltimore, cuando contaba apenas 40 años de edad. La causa exacta de su muerte nunca fue aclarada. Se atribuyó al alcohol, a congestión cerebral, cólera, drogas, fallo cardíaco, rabia, suicidio, tuberculosis y otras causas.[4]
La figura del escritor, tanto como su obra, marcó profundamente la literatura de su país y puede decirse que de todo el mundo. Ejerció gran influencia en la literatura simbolista francesa y, a través de ésta, en el surrealismo, pero su impronta llega mucho más lejos: son deudores suyos toda la literatura de fantasmas victoriana y, en mayor o menor medida, autores tan dispares e importantes como Charles Baudelaire, Fedor Dostoyevski,[5] [6] [7] Franz Kafka,[8] H. P. Lovecraft, Ambrose Bierce, Guy de Maupassant, Thomas Mann,[9] Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, etc. El poeta nicaragüense Rubén Darío le dedicó un ensayo en su libro Los raros.
Poe hizo incursiones asimismo en campos tan dispares como la cosmología y la criptografía. Su trabajo ha sido asimilado por la cultura popular a través de la literatura, la música, tanto moderna como clásica, el cine (por ejemplo, las muchas adaptaciones de sus relatos realizadas por el director estadounidense Roger Corman), el cómic, la pintura (varias obras de Gustave Doré, v. gr.) y la televisión (cientos de adaptaciones, como las españolas para la serie Historias para no dormir). (Véase Repercusión de Edgar Allan Poe.)
En una de sus cartas, dejó escrito:
Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro.



Texto tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Edgar_Allan_Poe


The mysterious death of Poe, by John Evangelist walsh.


With the publication of three short tales in the 1840, Poe invented the detective story. Then his own sudden and bizarre death created a real-life mystery, still unsolved after 150 years, as tantalizing as any of his famous stories.



While traveling alone from Richmond, Virginia to New York City, Poe disapeared for nearly a week. When seen again he was terribly drunk and nearly dead in Baltimore. In the hospital, he could not tell where he had been all the time or who he had been with. Four days later, after periods of raving delirium, he died. The immediate cause of death given was congestion of the brain, or inflammation of the brain, catch-all medical phrases of the day.


At first no one seriously doubted that Poe died as result of complications aristing from drunken debauch. Inevitably, however, as the time passed, Poe adherents tried to lessen his personal responsability in the matter, suggesting many theories of a physical nature about precipitating causes -epilepsy, heart disease, a beating from lawless thugs, a diabetic coma, rabies, and a blow on the head among others. But no one had seriously probed the mystery of that missing week...until now.


Credit MIDNIGHT DREARY, the Mysterious Death of Edgar Allan Poe, by John Evangelist Walsh.

Link in english http://en.wikipedia.org/wiki/Death_of_Edgar_Allan_Poe

Link in spanish http://es.wikipedia.org/wiki/Muerte_de_Edgar_Allan_Po



The nexts pictures and information about Poe, are in the site made by Robert Giordano.


While the pages inside are in relatively good condition, the cover and binding are not in good shape. The book only contains poetry and is rather small, roughly 5" by 7.5" and about 1" thick.


It was obviously designed to be easily carried. It looks as though this book was carried and read often, perhaps being read by one lover to another.



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An account by Hervey Allen, August 1927:

[Poe] traveled by steamer to Baltimore and arrived there on September twentyninth. Exactly what happened to him in that city cannot now be ascertained. An election was in progress, and the preponderance of evidence points to the fact that he began to drink and fell into the hands of a gang of repeaters who probably gave him drugged liquor and voted him. On October third he was found by Dr. James E. Snodgrass, an old friend, in a, horrible condition at a low tavern in Lombard Street. Summoning a relative of Poe, Dr. Snodgrass had the now unconscious and dying poet taken in a carriage to the Washington Hospital and put into the care of Dr. J. J. Moran, the resident physician. Several days of delirium ensued with only a few intervals of partial consciousness. He called repeatedly for one "Reynolds," and gave vent to every indication of utter despair. Finally on Sunday morning, October 7, 1849, "He became quiet and seemed to rest for a short time. Then, gently, moving his head, he said, 'Lord help my poor soul.'" As he had lived so he died--in great misery and tragedy.
Poe is buried in the Old Western Burial Ground in Baltimore, Maryland. Every January 19, Poe's birthday, for more than fifty years a man dressed in black and fedora has left cognac accompanied by three red roses on Poe's grave.
[ return to celebrity morgue ]





This daguerreotype belonged to Poe's one-time fiancee and long-time supporter, Sarah Helen Whitman. On November 13, 1848, Poe had this daguerreotype taken for Sarah Helen at the studio of Masury and Hartshorn, in Providence, Rhode Island. Poe is 39 years old.






This daguerreotype of Poe was made by William Pratt approximately 3 weeks before Poe died, in 1849. Poe, arguing that he was not suitably dressed, was coaxed upstairs and photographed. Poe was 40 years old.





Another daguerreotype of unknown origin, from sometime in May or June, 1949. Poe turned 40 in january and his health was declining.


Credit of Robert Giordano

http://poestories.com/index.php








Wednesday, January 14, 2009

NEW YEAR RECEPTION IN PAUL MAHDER GALLERY



"Basic" New Paintings by Elena Zolotnitsky
Opening Reception Thursday January 15, 2009 6 - 9pm
Exhibit on display through February, 22, 2009

Paintings of Otto will be in exhibition at Paul Mahder gallery.
Otto Aguilar is a Nicaraguan painter whose art subtly expresses the turbulence of growing up in a place with earthquakes, poverty, civil wars and personal losses. Aguilar was a teacher and director of the Fine Arts School in Managua, Nicaragua, and he has received the Fellowship for Artistic Achievement from the Surikob Institute in Moscow. Since 1993 Otto Aguilar has resided in the United States and has had several individual and collective exhibitions in California, Mexico and Nicaragua.


The nicaraguan poet and essayist Alvaro Urtecho has said this about Aguilar: " Aguilar, an artist who is at the same time tough, risky and invariably experimental, requires from his audience an active look, without prejudice..."


Statement: Both content and form alike are given importance in my art. This is why the different series I have painted are loaded with biographical aspects, particularly those which have affected me in some painful manner; marking a constant search, leading me to experiment with new materials as well as new forms of expression. With this constant search I have needed to photograph my paintings, leading me to discover digital photography where I have been able to combine my paintings with new digital elements. In my most recent digital work entitled “Planchas de la Inquisicíon,” or “Irons of the Inquisition,” is where I have expressed my displeasure and I denounce the cruelty and hypocrisy of the religious institutions; who during the time of the inquisition, tortured and killed just as so many political powers do, all those who thought differently than they. In this series, I try to make a parody and satirize that androgynous being that is the pope, who appoints himself as the representative of GOD on earth.
More paintigs of Otto Aguilar http://ottoaguilart.blogspot.com/

Tuesday, January 13, 2009

Paintings in Paul Mahder gallery.

Exodus and sunset -acrylic on paper.

Dream - acrylic on paper


Muses from yesterday - acrylic on canvas


Auto de fè - acrylic on paper.

Waiting on the red carpet -chalk soft pastel on paper.
More paintings of Otto at http://ottoaguilart.blogspot.com/


Paul Mahder Gallery: Artist Detail

Paul Mahder Gallery: Artist Detail

Recovecos de mi humanidad

  Cuando desperté todavía semi sonámbulo, empecé a caminar dentro de una bóveda formada de un intrincado tejido de hilos cual ramajes finos de árboles que velozmente iban iluminándose, quedando algunas zonas en oscuridad, como en una vasta llanura del paisaje cuando el sol en una tarde gris pinta brochazos dorados.  Maravillado seguí avanzando dentro de la bóveda de mi cerebro, bajo ese acucioso chisporroteo del circuito neuronal a través del cual fugaz fluía mi existencia.  A pesar de tanta actividad pude constatar que la bóveda permanecía en penumbra y, mientras avanzaba temeroso en dicho sector tropezaba con cadáveres que me obstaculizaban el paso. A cierta distancia divisé a mi abuela Margarita, que iluminada bajo un potente reflector, sentada leía una carta.

  Continuaron apareciendo otras personas iluminadas bajo reflectores, que indiferentes a mi presencia seguían actuando en su propio mundo. Las escenas cambiaban velozmente, sin coherencia alguna se iban iluminando unas mientras se oscurecían las otras, a veces tan simultáneamente que me frustraba perderme de verlas todas a la vez.

  Un ensordecedor y monótono sonido de trombón me sacó de mi turbación, era mi corazón que bombeaba arrítmicamente, cansado ya de tanta alta presión circulatoria en sus válvulas, a causa de placeres en exceso, de angustias, tristezas, traiciones, rencores y soledades. Por una compuerta entraba un líquido púrpura más oscuro y por la otra salía uno de color más claro. El intercambio del vital liquido, que luego se irrigaba a los últimos recovecos de mi anatomía, era el culpable de tenerme pululando en este mundo ya por casi medio siglo, destilando placer y dolor gota a gota.

  Al alejarme del corazón, nostálgico por viejos sentimientos, fuí a dar a un gran almacén  donde se procesaba todo tipo de alimentos, los cuales eran separados, clasificados y distribuidos a diferentes áreas; el olor en ese sector me asqueaba a tal grado que salí corriendo.

  Corriendo y buscando mejores recovecos de mi humanidad, deslicé por unos acueductos donde todo comenzó a estremecerse como en violentos espasmos. Navegué en un inmenso río cuyas peligrosas aguas desbordaban su cauce. Las emanaciones de aquel lechoso y viscoso líquido me envolvieron en los recuerdos de mis delirios sexuales, provocando vèrtigos que tornaban mis ojos extasiados, en blanco. El éxtasis acabó rápidamente cuando de sopetón, como tratándose de cualquier  intruso, fuí catapultado entre gemidos al vacío, otro yo había nacido.

Otto Aguilar
Berkeley, 7 de feb. del 2004


Friday, January 2, 2009

Las fauces de la patria.

Porque son muchos los poetas que antaño han muerto…
poco sabemos de ellos, que fueron jóvenes
y hollaron con sus pies esta tierra…

CMR


  Había llegado a Jinotega a causa de esa inesperada y terrible llamada telefónica, hecha desde el hospital militar de Apanás. En Jinotega, la suave caricia de la brisa matutina, las montañas cubiertas de una diversa gama de colores verde-ocres que era atenuada por breves instantes, por una bruma algodonosa, me elevaban a un estado de serena contemplación. Entonces por un momento olvidaba las muertes de los compañeros de combate, las tragedias vividas en esos bellos parajes convertidos por la guerra en verdaderos infiernos.

  El hospital de Apanás, donde ahora me encontraba, estaba a unos escasos kilómetros de Jinotega. Sus salas albergaban todo tipo de convalecientes, mutilados, quemados, charneleados, despojos humanos de una cruel guerra de eterno retorno histórico, donde como en repetidas ocasiones, el imperio gringo había metido su hocico y sus garras. Aquellos desdichados despertaban en mí, compasión, dolor, y rencor por el sufrimiento de sus lacerados o amputados cuerpos, bellos efebos, ofrendados a la patria, por sus caciques en turno, de penacho rojinegro.

  Uno de aquellos convalecientes por el cual yo había llegado, atendiendo aquella inusitada llamada del hospital, era mi hermano Daniel. Esa llamada que marcaría dolorosamente a nuestra familia, era para avisarnos que èl estaba internado en estado muy delicado, en la sala de cuidados intensivos. Postrado en su cama estaba, completamente desnudo y amarrado a la vida por unas sondas. De su costado izquierdo brotaba una sonda de negra sangre, de sus fosas nasales otras sondas, de su pene otra sonda. Del pecho hasta el vientre le recorría un gran costurón con puntadas, que evidenciaban la cruel y compleja cirugía a que había sido sometido. En la sala flotaba el típico olor de hospital, mezclado con fétido olor de fluidos excretados por los convalecientes. Cada mañana se nos permitía visitarle sólo por cinco minutos. Cinco minutos eternos como la muerte y efímeros como la vida. En su convalescencia nunca perdió la conciencia, como esperando con los ojos bien abiertos, ese terrible momento de enfrentarse a la muerte. Ese inevitable final, que èl quería apresurar, por lo cual más de una vez lo encontré amarrado de sus brazos a la cama para evitar sus intentos suicidas.

  Mi hermano Daniel!, con quien había compartido juegos de niños; el mismo que escapara de morir atrapado, entre los escombros de lo que fuera nuestra casa del barrio Bóer de aquella Managua del terremoto de 1972. Mi hermano!, con el que compartiera la pobreza en que nos había dejado ese terremoto, pobreza que lo llevarían a comprometerse a sus 16 años en la lucha final contra la dictadura de Somoza, en esa misma guerra de la cual, a pesar de los riesgos corridos, había salido ileso. Luego siendo oficial del ejercito, recorrería diferentes regiones en el interior del país, en aquella lucha fraticida, manipulada desde el imperio.

  Los doctores cubanos que le atendían, ya nos habían explicado de la gravedad de su estado de salud, las esperanzas de recuperación eran mínimas. Dentro de mi escepticismo por los milagros, y viendo el dolor de mi hermano, yo era partidario de la aplicación de la eutanasia. Mantenerle vivo era, sólo prolongar su cruel tortura. Pero mi madre se aferraba a sus oraciones, con la fe de que dios le haría el milagro tan implorado. Mientras mi padre ingería una gran cantidad de tranquilizantes, que le ponían en un estado de delirio. Su mente se poblaba de todos sus familiares muertos, y al conversar con ellos les imploraba que intercedieran por su hijo ante el grandísimo.

  Habían transcurrido veintidós días y mi hermano seguía amarrado a la vida por medio de las sondas que brotaban de su cuerpo. En una de mis visitas de cinco minutos, me pidió le llevara alguna agua de colonia, pues no quería sentir el fétido olor que ya desprendían sus crueles heridas. Su delicado estado y su increíble fortaleza, tenían a gran parte del personal de la sala de cuidados intensivos, pendiente de èl.

  A las once y media de la noche, despuès de esos veintidos días, mientras esperábamos afuera de la sala donde se encontraba mi hermano, salió una de la enfermeras que le atendía, y pidió que uno de nosotros pasara, porque Daniel estaba entrando en agonía. La noticia, aunque esperada nos dejó a todos inmovilizados, y sólo nuestra madre tuvo el valor para verle en sus últimos momentos y despedirse de èl. Minutos después, a pesar que mi madre les rogaba que le dejasen con èl, la habían sacado a toda prisa de la sala, pues trataban de aplicar choques eléctricos a Daniel, por los ataques al corazón que le habían sobrevenido consecutivamente.

  Al reunirse mi madre con nosotros, entre lágrimas y sollozos nos dijo - recemos que mi hijo está muriendo.  Mis peticiones al dios que en mi adolescencia, había dejado olvidado en aquella iglesia de san José, me habían puesto otra vez en una intensa lucha interna, durante esos difíciles veintidós días. Al oír las peticiones de mi madre y sin compadecerme de su dolor, mucho menos de su fè en un dios sordo, empecé a gritar insultos a ese dios que nunca nos había escuchado, al cual nunca había yo encontrado por ningún lado. Desconsoladamente me fuí a un apartado y oscuro lugar del hospital, para llorar como un niño. Lloraba por todo lo que el había sufrido. Lloraba no sólo por su útima lucha contra la muerte, acabada de librar hacía unos minutos, sino que también por su lucha en medio de tantas muertes por una revolución en la que yo ya había dejado de creer, igual que había dejado de creer desde niño en aquel indiferente dios. Para hacer más insoportable el dolor por su muerte, mis remordimientos afloraban como mis lágrimas, sintiéndome culpable por no haber hecho quizás lo suficiente, para convencerle de que el necesitaba tratamiento a sus sicosis de guerra. Después de la guerra final contra Somoza y de un año y medio de entrenamiento en Cuba, rápidamente había pasado a formar parte de los oficiales jóvenes que enfrentarían el inicio de los ataques contrarrevolucionarios, en lo más recóndito de las montañas nicaragüenses. A partir de ese tiempo, el permanecería movilizado en esas montañas, que supieron de sus soledades, de su frío, de sus nostalgias, de su cansancio y porquè no decirlo tambièn, a pesar de su coraje en el combate, de su miedo a la muerte!.

En 1986 yo había regresado de Moscú, mis ideales revolucionarios ya no compartían con los de mi hermano su fe inquebrantable en la revolución sandinista. Siempre ante cualquier argumento mío, el anteponía la pobreza de toda aquella gente, que día a día encontraba en esos recónditos e inhóspitos parajes olvidados de toda gracia divina. Por ellos èl trataba de seguir creyendo en la revolución, me decía que la revolución estaba allí con los más miserables, y no con los oportunistas que evadían la muerte, a la cual èl por defender a esos pobres, se exponía a diario junto a su tropa. Una tarde, estando èl de pase en Managua, al calor de unos tragos, tuvimos una tensa conversación  por mis críticas al proceso revolucionario. Allí pude darme cuenta, que su diaria exposición a la muerte, en cada combate, habían dejado ya su cruel marca en su joven alma y un tic nervioso en su mano derecha que imitaba el gesto de accionar repetidas veces el gatillo de algún arma. Tratè infructuosamente de convencerle que pidiera un traslado, incluso fuí hasta Matagalpa para hablar con sus superiores. Después de ese frustrado intento, como a los dos meses, recibiríamos aquella fatal llamada desde el hospital, donde ahora el fallecía.

A las cuatro de la madrugada nos entregaron su cadáver, después de prepararle y vestirle con su uniforme de camuflaje. Antonio, un soldado del servicio militar, el cual había mostrado su solidaridad en nuestro dolor, nos entregó la boleta de defunción con el diagnóstico final de Shock séptico.

De madrugada junto con mis padres y mi hermano Jorge, iniciamos el penoso regreso de Jinotega a Managua, en un camión de carga, donde en la parte de atrás venía el féretro de Daniel. Luego de la vela, donde el ron no hizo falta, a la mañana siguiente partimos al cementerio.

En el cementerio periférico de Managua, la Patria ataviada con fúnebres ramos, habría una vez más su fauces, en medio de una intermitente lluvia. Y a lo lejos, desde sus cómodos y seguros nichos, los caciques de penacho rojinegro, preparaban más efebos como ofrendas al dios de la guerra.

Otto Aguilar

(Dibujo de Daniel Aguilar hecho meses antes de su muerte en 1986- sanguina sobre papel, 1986)


Thursday, January 1, 2009

La anunciación del ángel.

Aborto del ángel.
…qué quiere?…éxtasis ? …o polvo de ángel ? ... para sentirnos como los mismos ángeles…como aquel ángel que tentara a nuestro señor, se acuerda?…porque usted muy bien sabe que los ángeles tienen un rico y celestial sexo …y que de tanta cogedera celestial, han tenido que someterse a múltiples abortos, con tan buena suerte para nosotros, que los fetos celestiales no morimos sino que venimos a caer hasta aquí mismísimo donde me ve usted…por eso dicen por allí, que fuimos hechos a imagen y semejanza de ellos...
Párrafo del texto inèdito ABORTOS DE ANGELES -Otto Aguilar, Berkeley 2008