Saturday, November 7, 2009

"Levitando en el terciopelo dorado de la tarde"


Ayer, despuès de terminar un cuadro de gran formato que me llevó muchos meses entre altos y bajos estados anímicos, escapè de mi enclaustramiento y caminè mi recorrido acostumbrado hasta el centro de Berkeley, cerca de la universidad.

La tarde de arrebolado cielo, parecía pintada por el romántico Turner; tarde íntima que se regocijaba de su mismo esplendor trayèndome ecos de mi asombrada niñez. Ecos de recogimiento íntimo de una tarde de domingo silencioso, allá en el patio de la casa de la vieja Managua, donde a travès de las sombras de los árboles, fulgurantes rayos dorados se colaban.

Era como si la tarde esperaba en su esplendor que yo saliera de mi celda y levitando me jalara de las orejas a contemplar como la vida se pintaba ella misma!, avergonzándome de mi vanidosa terquedad en pretender ser pintor.

Mi alma extasiada en perfecta armonía con el esplendor de aquella tarde, levitaba en la avenida University. La fina pelusa de brisa otoñal aterciopeló el dorado cielo, realzando la majestad de un arcoirs doble que dejaba embelesados a todos los transeúntes.

En su despedida y antes de sumergirse en la plateada bahía, el sol dejó titilantes lágrimas de oro, entre las ocres-anaranjadas cúpulas de los espigados árboles".


Otto
Berkeley, 5 de Nov. 2009