Tuesday, September 1, 2020

Último beso de Stalin.

 




  Koba, el padrecito de la patria, yace en el piso de su cuarto sobre sus propios orines desde hace varias horas, sus ojos de espanto permanecen bien abiertos y fijos en el techo... horrorizado siente los minutos sumar horas, días, años, una eternidad. Inmovilizado contempla con horror el holograma de lo que fue su clandestina vida de revolucionario bolchevique y su vida de dictador en el Kremlin, habitando, recorriendo pasillos, siguiendo las mismas pisadas del zar Ivan el terrible, a quien admiraba. En el holograma fugaz de su pasado desvanecido, ve el féretro donde yace su segunda esposa, la cual se ha suicidado... ve a su hijo, prisionero en un campamento de reconcentración nazi , su hijo al cual no quiso canjear con Hitler por uno de los generales nazis prisionero... ve a su hija, la niña de sus ojos, huyendo de la gran Rusia comunista, hacia el país enemigo, el imperio gringo, donde morirá vieja y pobre. Sobre su impávido rostro, casi rozando su nariz, acercándosele como para darle el beso en la boca del saludo ruso, contempla un rostro cual daguerrotipo virtual que cambia veloz de fisonomía transformándose en miles de rostros: Lenin, Trotsky, Bukharim, Isak Babel, Osip Mandelstam, Babilov, el rostro de su hijo, el de su hija, el de su esposa, etc, etc, ... Afuera del dormitorio los guardias de turno piensan que El padrecito, el georgiano, Koba, como de costumbre ya debería estar despierto, listo para su rutina diaria: revisar y hacer lista y órdenes de ejecución de rusos enemigos del pueblo, acusados de enemigos de la revolución; pero los guardias no se deciden a entrar... deciden esperar. Los años, los meses, las semanas, los días, las horas, los minutos, los segundos transcurren y Koba perplejo ha contemplado a la velocidad de la luz, miles de rostros en uno solo, el cual se le acerca para darle un beso en la boca. De pronto la puerta del cuarto se abre estrepitosamente, uno de los miembros del comité es el primero en ver la inimaginable escena: el padrecito de la patria, gran líder de la revolución comunista yace en el suelo empapado en sus orines. Cuando el miembro del comité se acerca al rostro de Koba, este ya no sentía ningún beso, ya no veía ningún rostro, no veía ningún techo.


Otto Aguilar
Berkeley 2/5/2020

Foto: "Stalin", Óleo sobre lienzo realizado en el año 2005 por el artista italiano Luca del Baldo