Disecando cada segundo
con agujas de taxidermista,
va cerrando su círculo,
el viejo reloj en la pared.
Mientras en roperos
olorosos a naftalina,
languidece el corsé,
junto a fotos color sepia
en cajas de puros habanos.
Sobre el tejado
un eco de antaño voces,
lleva la lluvia,
al compás del ding-dong
del viejo reloj.
Discretos aposentos
guardan viejos sollozos,
y en medio de la noche,
la abuela susurra al nieto:
- oye, los pasos de tu abuelo!
El grillo cede su cri-cri
al gorjeo de palomas en el tejado,
despertando al nuevo día,
y la vida exhala sus olores.
Desde su retrato en la pared,
la mirada azul del bisabuelo
sigue a todo aquel que va y viene,
dejando ecos de aquí y de más allá.
Disecando cada segundo
con agujas de taxidermista,
va cerrando su circulo
el viejo reloj en la pared.
Otto Aguilar
Berkeley, 3/3/2010
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