Sunday, February 21, 2010

Chepito Cuadra, amantísimo poeta a sus 96 años.



José (Chepito) Cuadra Vega por Álvaro Urtecho

José Cuadra Vega (1914), Josecito para sus amigos y admiradores y todos sus colegas del Parnaso que lo quieren y lo exaltan y han gozado toda la vida de los decires y rituales de su originalísima personalidad que lo caracterizan, no sólo como un punto de referencia de la vieja y auténtica Managua, sino como el gran poeta de la vida doméstica y conyugal, el mayor cantor de lo hogareño específico como el eje central de su inspiración: su Julia, su Doña Julia, la musa de sus cantos inspirados, en cuyas notas vibran, no sólo el aliento cotidiano de su enjardinada y enverjada casita de la Colonia Centroamérica, grupo L-835, sino la cuerda inconfundible de un acento religioso propio, fresco, directo, familiar, conversacional, popular: y una divinidad, un Dios, un Jesús carnal, amigable, festivo y una Virgen Pájara María gozosa pero humanizada, que entra en los oscuros antros donde Mammón guarda el oro que envilece al hombre; que entra en las oficinas públicas, sin vírgines pájaras marías y sin cristos carpinteros, nazarenos; que entra en los lupanares a rescatar a sus pobres pajaritas putas de alas rotas, putillas de mala–muerte, sentadas en las duras bancas de los lupanares a la espera de algo, de alguien, “del que paga, Oh, Sor Juana, por pecar”.La tendencia de toda la poesía en general de Cuadra Vega es, en síntesis, una poesía alucinada, llena de humor y amor, pero de un amor que trasciende desde aquí, desde la tierra, hasta llegar a Dios, lleno de gracias.Nuevo Amanecer


LOS DOS ANCIANOS.

A todos los ancianos del Universo
Mundo, incluyendo desde luego,
a Don Josè y a su Doña Julia

Los ancianos están, ambos los dos,
sentados a la puerta de su casa en el quehacer
cotidiano de su saludar
a los vecinos y a las vecinas
y hacerles preguntas de rutina,
tales como:
que tal usted de su reuma, Don Francisco?
O, tal vez:
Le salió por fin la fiebre, Doña Esther?
Tenga usted buen cuidado.
Puede ser algo malo.

Lo mismo para los dos ancianos es el día
que vivieron ayer,
que el día sin alegría que están viviendo hoy,
e igual será de triste
el monótono día que vivirán mañana.

Tristes están con la mayor tisteza
los dos ancianos tristes,
tristes de soledad y ausencia cuando
sentados a la mesa al tiempo
del frugal desayuno, untan de miel el pan
para endulzar sus tristes, agridulces vidas y
se miran de reojo, a hurtadillas,
recordando los días
en que esa misma mesa se llenaba
con los gritos y voces de los hijos,
todos ausentes ya,
ya todos idos,
pues se fueron todos, jubilosos,
Oh Juventud ardiente!
a entibiar sus propios nidos.

A la tarde,
los ancianos se salen al balcón
de su casa en la
Colonia Centroamèrica, en Managua,
mirando naufragar al sol que se hunde y
pensando que igualmente a ellos tambièn
se les apaga ya la vida, ineluctablemente,
lo mismo que a este viejo sol cansado
de reluciente, requemado bronce
que en el poniente, lentamente muere.





SALA DE CARDIOLOGIA.
A los doctores Pedro J. Quintanilla
y Carlos Siles Levy

Seis camas. Sábanas nítidas. Penumbra.
Luces mortecinas, crepusculares.
Silencio.
Se pagaría aquí a precio de oro,
el pertinaz zumbido de una mosca
o el acribillante fastidioso de un Aedes.

Tan espeso es el silencio
que llega casi-casi,
a ser audible.
Enfermeras angèlicas de rutilante blanco,
silenciosas, pasan, sin
dejar oir los pasos
de sus sandalias de acolchonada espuma.
Se creería, de cierto, que levitan.

Se oye una voz, de pronto, en el silencio.
Es una voz sin voz de angustia, del paciente
de una cama vecina.
Acude una enfermera, presurosa.
Oxígeno.
Diligencias, Masajes pectorales afanosos.
Todo inútil.
Cesa de pronto la acesante voz y la
entrecortada respiración de angustia.
Todo es silencio.
Nada.

Pasa despuès frente a mi cama,
silenciosa,
una camilla en la que nada,
nada tampoco, nada se mueve.
Quien va en ella, va
con los labios cerrados.
Con los labios sellados,
labios que no
volverán definitivamente,
a pronunciar jamás
la eternamente dulce y exultante,
primaveral y mágica palabra: 
AMOR.

Hospital de Cardiología, Mèxico,
San Josè, Costa Rica.

Texto tomado de:Josè Cuadra Vega Antologia-Poemas para doña Julia y otros poemas, Hispamer, 2005.

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