Mi morena piel abraza a mi blanca musa,
la de zarpazos narcotizantes y,
promesas de amor eterno
a mi cansada pero insaciable carne,
que resignada le cuelga cual viejo abrigo.
Los dos hemos sido infieles,
por años nos hemos engañado con falsas promesas,
ninguno de los dos quiere ceder
aunque en nuestra fatal relación,
al final ella se saldrá con las suyas! .
Entre sedosas sábanas olorosas a sexo,
saciada tiembla mi carne,
tatuada de caricias y,
mi musa celosa susurra entonces:
- Tambièn yo tatuarè con mis caricias tu carne,
devorarè a besos tu anatomía,
templo donde paciente te habito,
pues al final de todo, mío serás,
eternamente entre sedosa mortaja olorosa a mí!.
Otto Aguilar
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