Sin los lentes, un hombre mayor mira con vaga tristeza.
No parece lustrosa la chaqueta ni la bufanda cualquiera
entorno al cuello. Todo es viejo y gastado,
como la foto misma. Probablemente el viejo
o avejentado señor sabe que va a morir, que está
tocado, y clama: ¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?
La esencia del pasado está en la pulcritud del silencio.
Y él es ya sólo pasado, irreal materia que está en cada
uno, en ninguno y en todos.Palpa el aire ático
y la mano de piel olivácea está vacía…
¡Polvo de Píndaro y Cirene, polvo de los Lágidas o Alejandro!
Sólo está pensando: volveré a casa. Diré a Dimitri
que traiga a sus amigos algunas noches
y veré (agradecido, llorando sin ser visto) esa misma
belleza esplendente que me consumió y adoro. La festejaré
callado. Un óbolo o treinta piastras. No diré: No queda
nada. Después no somos nada. Huimos como el polvo
de las arenas libias. Todo florece para un dios desconocido.
Soy nada, fui nada y nada seré. Todo y nada para nadie.
Sí, ¿para qué habré venido? He repetido esa pregunta…
Me consuela la belleza de Calímaco y de Míisco.
Me consuelan los muchachos de los antros de estío.
Me consolaron el deseo y la luz. Pero ahora sólo
hay polvo del desierto. Somos nada y nada queda…
Desolado, se alza ante mi la Santa Sabiduría
y los mosaicos y el oro que soñé de niño…
Galileos o sin galileos ¿cuál fue nuestra culpa,
ofendidos, manchados, execrados del Tiempo?
Madrid, 28-Octubre-2011.
Poema de Luis Antonio de Villena
Foto tomada de : CAVAFI A Biography by Robert Liddell